El castillo de Lorca

El castillo de Lorca
Lorca Ciudad De Frontera

viernes, 25 de febrero de 2011


La escritura es uno de los grandes inventos de la humanidad, seguramente el más grande de todos, ya que ha hecho posible la historia. Aprendemos a escribir en la escuela, siendo niños, y cuando llegamos a adultos apenas nos paramos a pensar en el proceso mental y físico gracias al cual nuestros pensamientos se transforman en palabras.

Hoy saber escribir nos parece lo más normal, pero ¿cómo consiguieron aprender a escribir los primeros hombres de la historia? ¿Cómo codificaban los símbolos de su lengua y su pensamiento? ¿Qué clase de personas eran los primeros escritores, y a qué clase de ideas, información y sentimientos dieron permanencia?

La escritura abarca muchas culturas, muchos idiomas y prácticamente todos los periodos del desarrollo humano, transforma en signos las ideas y la información de las más variadas disciplinas, como la historia, el arte, la antropología, la medicina, la teología, también la literatura. Saber escribir, estar alfabetizado, ofrece más oportunidades de realizarse que ser analfabeto. Pero la escritura también tiene su lado oscuro, pues se ha usado para contar mentiras, además de verdades; para engañar y explotar, además de enseñar; para poner trabas al pensamiento, además de para ensancharlo.

El inventor místico de la escritura fue el dios egipcio Tot, que visitó al rey para pedirle que diera su aprobación a su instructivo invento. El rey dijo a Tot: "Tú, que eres el padre de las letras, te has dejado guiar por tu afecto al atribuir a éstas un poder que es el contrario del que realmente poseen (...). No has inventado el elixir de la memoria, sino del recuerdo, y ofreces a tus discípulos la apariencia de la sabiduría, porque leerán muchas cosas sin instrucción y, por consiguiente, darán la impresión de conocer muchas cosas a pesar de ser ignorantes casi todos ellos". En el siglo XXI estas palabras que Sócrates recoge en su historia sobre el dios Tot tienen un eco evidentemente contemporáneo.

La mayor parte de los investigadores y eruditos aceptan que la escritura comenzó con la contabilidad, como consecuencia directa de las apremiantes necesidades de una economía en expansión. A finales del cuarto milenio a.C., la complejidad del comercio y la administración en las primitivas comunidades mesopotámicas llegó a una tesitura en la que sobrepasó la capacidad mnemotéctica de la clase gobernante. Por este motivo, llegó a ser esencial registrar las transacciones comerciales de una manera permanente y fiable. Pero esto no explica cómo pudo surgir la escritura de un sistema mnemotécnico que no era una verdadera escritura. En esta cuestión hay mucha polémica y pocas evidencias. El origen divino de la escritura, vigente hasta el siglo XVIII, ha cedido paso a la teoría de un origen pictográfico, es decir, a representaciones pictóricas de objetos concretos. Algunos estudiosos opinan que la escritura fue resultado de la indagación deliberada de un sumerio que vivía en la ciudad de Uruk, hacia el 3000 a.C. Para otros, fue obra de un grupo de administrativos y comerciantes. Hay quien afirma que no fue un invento, sino un descubrimiento fortuito. Muchos la consideran fruto de la evolución. Sea lo que fuere, lo esencial para el desarrollo de la plena escritura, por contraposición a la escritura limitada y puramente pictográfica, fue el llamado "principio del jeroglífico", la idea revolucionaria de que un signo pictográfico podía tener un valor fonético.


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